Mis primeros recuerdos son anteriores a 1960, en la ciudad de Cochabamba, en la calle Ecuador, donde había una casa de dos pisos con un zaguán oscuro. Tendría dos o tres años. Mi familia vivía en el primer piso. En el segundo piso vivía otra familia.
De esos años recuerdo otra casa de Mizque, donde vivía la abuela Daría. Era una casa muy antigua. En las noches se oían ruidos de fantasmas, cuando la casa fue derruida se encontraron fetos escondidos entre las paredes. La casa tenía una huerta muy grande con chirimoyas, uva y árboles de limas.
El pueblo de Mizque no tenía electricidad. En las noches se veían las estrellas muy cercanas. Abundaban las luciérnagas y se me confundían con las estrellas. En este pueblo vivieron mis antepasados. Me contaron que mi antepasado más lejano fue un vasco. Cuando fui a España quise averiguar mis orígenes pero no supe cómo (seguramente en algún archivo del país vasco). Lo que llegué a saber fue que mi apellido en euzkera significa piedra.
Recuerdo las grandes fiestas en la casa de Mizque. En mi percepción de aquellos años se me confunde esas fiestas con las del pueblo. A veces no podía dormir por los sonidos de los charangos y acordeones de los ragaipampeños que venían a hacer sus festejos religiosos al pueblo.
En mi historia personal y familiar, el pueblo de Mizque es importante ya que en ese lugar vivieron mis ancestros, una civilización inca, de la que quedan solo pedazos de arcillas diseminados por todas partes, también quedan murales en algunas cuevas de Incahuasi.